viernes, 10 de julio de 2009

6. Mudanza

Tomamos un taxi que nos llevo a una plaza, un poco pequeña para mi gusto.
-Esta es la plaza más grande de por aquí
-Creo que no conocen lo que es grande
Se empezó a reír despreocupadamente mientras me indicaba por donde era la entrada.
El lugar era bonito por dentro pero seguía siendo diminuto, nos dirigimos a lo que era el área de comida, era el lugar con más gente. Elegimos una mesa junto a un puesto de helados.
-Ahorita vengo- dijo ansiosamente antes de salir corriendo de ahí
¿Qué le pasaba? Solo cuando le dijimos a sus padres que éramos novios se había comportado así, pero ahora no había motivo del cual preocuparse, ¿o sí?
Me estaba preguntando precisamente eso cuando lo volví a ver, ya estaba más tranquilo pero de todas maneras nervioso.
-¿Quieres un helado?- no me gustaban mucho que digamos pero si eso lo calmaba…
-Claro
Se paro y trajo dos nieves, una de mandarina y la otra de fresa.
-¿Cuál?
No le respondí, simplemente agarre la de mandarina.
-Bueno… te tengo que decir algo- dijo dudando.
-De acuerdo dime antes de que te salgan arrugas- esto pareció tranquilizarle un poco.
-Es que…
-dime- le dije en tono acusador
-Bueno es que mis padres han decidido mudarse…- hiso una corta pausa y continuo- cerca de aquí
¡Qué! ¡No! ¡Esto tenía que ser una broma! No, él no debía mudarse, él NO podía, ¡no podía estar lejos de él! ¡Esto no podía estar sucediendo!
-¿Cielo?...- no pude distinguir qué era lo demás que me dijo, todo se volvió confuso, era como si una burbuja gigante me atrapara impidiéndome escuchar o hablar cualquier cosa. Luche para salir de ese lugar pero cada vez que intentaba romperla parecía que se hacía aún más diminuta, solo cuando me tranquilicé, pude escuchar lo que me decía Andrés.
-¿Chloe?, ¿ya estas mejor?- preguntó esperanzado
-Un poco- dije con voz lastimosa
-Si tú lo dices…
No me había dado cuenta de en donde estábamos, hasta ahora; no sé cómo pero estábamos ya en su departamento.
-Tengo que irme
-¿Quieres que te acompañe?
-No, gracias, necesito… - ¿qué le podía decir?- pensar en cómo resolverlo…
-Ah, claro- respondió desanimado
Cuando salí del edificio alcancé a oír como la tía Kate le preguntaba:
-¿Ya le dijiste?- tratando de disimularlo.
No quería seguir escuchando, tenía que encontrar una solución así que me dirigí a la casa de Meg.

No hay comentarios:

Publicar un comentario