martes, 7 de julio de 2009

4. Una idea genial

La mañana siguiente fue ligeramente mejor, me desperté a medio día, le llamé a Hallie para que viniera y me sacara de aquí. Acudió enseguida, mi voz debía sonar muy deprimente. Me espero en mi salita en lo que yo me cambiaba, me puse una playera aguada y mis jeans rotos.
-¿Cuándo hiciste este cuadro?- preguntó en cuanto baje
-Ayer lo termine, ¿por?
-Siento no haberte acompañado… - me acerque al cuadro, no podía siquiera creer que yo hubiera hecho eso, era asombroso, estaba lleno de tristeza pero a la vez de esperanza, esperanza de que esto cambiara pronto, odiaba sentirme débil.- pero ve el lado bueno, hiciste un gran mar- me abrazo en cuanto vio mis ojos vacíos, no sabía que decir o pensar siquiera, todo lo que sentía lo había reflejado en aquel mar.
-Nos vamos ya- exigí más que preguntar
-No piensas en ir con eso, ¿verdad?- pregunto ansiosa
-No lo sé- respondí con honestidad
-Mmm… vamos te ayudare a vestirte
No quería entrar otra vez al armario, era un poco deprimente, pero tenía que poner buena cara si quería subirme los ánimos. A las dos nos encantaba mi ropa, a veces nos pasábamos todo el día jugando con ella, probándonos cosas y experimentando con nuevas combinaciones.
Fuimos a una nueva tienda, era de vestidos para fiestas.
-Tengo que comprar uno- explico- van a ser los quince años de mi prima
Nos sumergimos en una búsqueda intensiva hasta hallar un hermoso vestido negro de tirantes. La caza de vestidos me levanto mucho el ánimo y al final del día me compre una bonita pulsera que quedaba muy bien con mi vestido rojo. Tal vez estar separados no fuera tan malo, no estaríamos siempre así, a lo mucho un mes, además él me había prometido que vendría cada fin de semana que yo no pudiera ir para allá.
Fuimos a otra tienda, solo para ver que nos encontrábamos. Hallie estaba viendo un pantalón cuando mi di cuenta de algo grandioso.
-¡Ya se!- grite con ánimos – ¡tienes que ayudarme Hall!
-Sí, te ayudo, ¿pero a qué?
- A convencer a Aaron
-¿Pero cómo?
-Con ingenio Hall, haremos que mi padre piense que me enoje con Andrés, así me dejará irme con mi mamá ¡y podré verlo cuando quiera!- el plan ya se estaba formando en mi mente.
-¿Y cómo haremos que nos escuche si nunca esta?
-Eso es por lo que te necesito, ¿crees que tus papás te dejen ir conmigo un fin de semana a Querétaro?
-A lo mejor, tienen un campamento mis hermanitos y papá planea llevar a mamá a un restaurante esa noche.
-Perfecto, tu pide permiso, Aaron me va a llevar esta vez a ver a mi hermanita y a Meg.
-Ok haré lo que pueda.
No hubo cosa esa tarde que me quitara la gran sonrisa de mi rostro.
Hall no tuvo que suplicar mucho para que la dejaran acompañarme, y papá estaba alegre de que fuera ella la que me acompañara y no Andrés.

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