lunes, 6 de julio de 2009

1. Dos años

Hoy se cumplían dos años, los dos años más felices de mi vida, dos años en los que había amado con todo mi corazón a Andrés, el amor de mi existencia, pero no era momento de pensar en él, tenía que concentrarme en mi clase de natación aunque sería muy difícil no pensar en el en esta fecha tan importante, era nuestro aniversario, un día como este nos habíamos conocido y de inmediato enamorado perdidamente.
-¡Chloe! Presta atención a la clase, si no te interesa te puedes ir, aquí solo ay lugar para los que se esfuerzan.
-Si.- respondí desanimada, blag, ya no aguantaba a ese maestro, por suerte la clase estaba a punto de acabar.
Quince minutos después el maestro dio por acabada la clase, salí del agua y no supe que hacer cundo no lo vi cerca de ahí, se supondría que me esperaría, tal vez ya se había ido, un poco preocupada me fui a los vestidores. Por milagro del cielo él estaba justo en la puerta a la que me dirigía; me refugie en sus brazos olvidándome por completo que estaba empapada y que aún conservaba la toalla enredada bajo mis brazos.
Me dedico una de esas sonrisas suyas tan amadas, me aparto de pelo de la cara y me recordó dulcemente al oído que tenía que cambiarme.
Con la misma rapidez con la que me había lanzado a sus brazos, entre al vestidor. No recuerdo con exactitud cómo es que salí de ahí pero lo hice. Él ya no me esperaba afuera de los vestidores, en vez de eso estaba donde debería de estar: en la salita de espera.
Me lancé nuevamente a sus brazos, ¿acaso sería capaz de evitarlo algún día?, me abrazó y me sonrió.
-Tengo algo para ti- susurro suavemente a mi oído
Alce la vista y observe atenta a lo que intentaba sacar de su mochila, cuando lo logro, le sacudió algunas basuritas de encima- él siempre tan desordenado- y me lo entrego.
Me quede muda al ver la delicada forma de la cajita, tenía unas pequeñísimas piedras incrustadas que brillaban un poco con el reflejo de la luz, no era gran cosa, pero aun no podía creer que él me diera algo, era la primera vez que lo hacía y yo sabía porque; le había dicho estrictamente que no me gustaban las sorpresas, pero en el fondo realmente las adoraba.
-¿Te gusta?- me preguntó al notar mi reacción
-Me encanta, es tan hermosa- hice una pausa para admirar la cajita nuevamente- ¿de dónde la sacaste?
- La hice yo- me respondió orgulloso y como no le creí, me confesó: -bueno, me ayudo un poco mi hermana
-mmm
-Está bien, me ayudo bastante, ¿contenta?
-Siempre lo estoy cuando te encuentras a mi lado- respondí mientras le rozaba la nariz con mis dedos.
-Bueno, creo que ahora debemos decir adiós,- dijo con una mueca, resultaba de lo más divertido que, después de llevar un tiempo razonable de estar juntos, todavía no me acostumbrara a todos sus gestos- no puedes perder ese autobús.
-Sí, sí puedo- conteste automáticamente, no quería perderlo de vista ni por un segundo
-Corrección; puedes pero no deberías
-¿Por qué no?
-Porque te están esperando en casa, cielo.
-mmm…,¿sabías que también tengo una casa aquí?
-Sí, si lo sé, es la casa de tu mamá, ¿Megan, verdad?
-Sip
-De todas formas no deberías hacerle eso a tus padres- me reprocho
-No le estoy haciendo nada, solo cambie de idea sobre con quien me quiero quedar estas vacaciones- le explique con una sonrisita tonta que no me la podía quitar de encima.
-Ya se, vamos con mi familia y llamamos a la tuya desde ahí- yo ya había empezado a hacer figuritas con mis, tan familiares manos parlanchinas, así que él no pudo más que sonreír y seguir explicándome su plan- si están de acuerdo, tanto tu mamá como tu papá, entonces te puedes quedar en la casa que vamos a rentar en lo que estamos aquí.
Mmm..
-Una tentadora, alternativa
Y con esa última frase metí la hermosa cajita a mi mochila, esperando que no se quebrara su fino cristal.

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