miércoles, 30 de diciembre de 2009

26.Huida

-Meg, quiero regresarme hoy- anuncié en cuanto entraron a la casa
Ian, cargaba a Aly en sus brazos, aun sorprendido por su radical cambio vestimenta.
-Bueno, pero... ¿Por qué tan pronto?
-Bueno es que…- luchaba por recordar cuál sería mi escusa- Es que Ann va a dar una súper pijamada y me gustaría ir, es esta noche.
No era buena idea meter a Annie en esto pero era lo único que se me había ocurrido para poder irme.
Se quedaron pensativos, dudaban un poco, yo intentaba dar mi mejor cara para que vieran que en verdad quería irme
-Creo que por esta ocasión te vamos a dejar ir- intervino finalmente Ian en forma bromista- pero prométenos que a la próxima te quedaras más tiempo, es difícil mantener ocupada a esta princesita.
-Claro- sonreí para mis adentros
-Ándale pues, empaca tus cosas y te llevamos de una vez- cedió Meg.
Corrí a “mi” cuarto y metí todo lo que era mío en la maleta sin detenerme a pensar en acomodarla. Luego de revisar tres veces la habitación para verificar que no quedara nada, cerré la maleta y la puse junto a la puerta.
-Listo- susurre gloriosamente cuando acabe.
Sabía que tenía que irme pronto, Andres se adelantaba a los hechos y no quería verlo, no ahora, tenía mucho en que pensar. ¿Realmente quería dejar todo para estar con él? ¿Me mudaría a este horrible lugar solo para no perderlo? Mi mente decía que si incluso antes de terminar de cuestionarme, pero, ¿y mi corazón? Este estaba en duda, estaba asustado por temor a que no salieran las cosas bien.
Este no era el lugar para pensar, el único sitio que me ofrecía esa seguridad era mi armario y este obviamente estaba en mi casa así que tenía que volver.
-¡Ya mamá!- le grité de una vez para que fuera buscando las llaves
-¡ok!- gritó como su respuesta
Sabía que iba a tardar tiempo así que me salí al jardín.
Este día estaba soleado, realmente hermoso, en mi casa eran raras las ocasiones en las que salía el sol, y llegar aquí, ver el sol, los árboles que estaban por donde quiera y no solo en zonas exclusivas, era simplemente hermoso. Ahora comprendía por qué Meg se mudo aquí.
Sentada en el pasto me di cuenta de que necesitaba darle una explicación a él, no debía irme así como así seria… no sé, pero no podía hacerlo.
Pesé en varias maneras, tal vez le llamaría, o un mensaje aunque eso sería muy cruel, dejaría una nota o simplemente dejar que alguien más le dijera.
Meg se estaba tardando demasiado así que era mejor ir a apurarla.
En el momento exacto en el que entre a la casa llamaron a la puerta. Mi corazón empezó a latir cada vez más rápido y mi mente trataba de encontrar una escusa para no enfrentarme con la realidad. Escuche como Meg abría la puerta y preguntaba quién era.
Deseaba febrilmente que no fuera para mí, pero al parecer el destino se ocupaba de hacerme la vida añicos.
-¡Chloe!-Meg gritó sin importancia alguna como si fuera insignificante- ¡te buscan Chloe!
Camine como una condenada hacia la puerta.