sábado, 26 de septiembre de 2009

20. Mr. Hyde

Mi corazón desbocado empezó a latir fuertemente con ese sonido tan sencillo, debía de ser Andres. Corrí para abrir la puerta, estaba tan emocionada que me caí un par de veces hasta llegar a la puerta.
En mí recorrido mil y un posibilidades vinieron a mi mente, pero todas concordaban en lo mismo: sería una velada inolvidable.
Finalmente llegue a la puerta, la abrí delicadamente para disimular un poco mi emoción aunque eso para mí era imposible.
Y ahí estaba, parado frente a mí, con una leve sonrisa que me mataba y con sus ojos castaños brillando junto con la luna. Espere ansiosa a que dijera algo, aunque sea un hola, pero nada. Entonces fue cuando sus hermosos labios se abrieron para pronunciar unas palabras que no me esperaba.
-¿Puedo entrar a tu baño?
¡¿Qué?!!! ¡Esa era la gran sorpresa!, -calma- me dije- tal vez te lleve a algún lugar o algo.
-emm… sí claro- susurré
Se abrió paso hasta el pasillo donde se detuvo bruscamente, esperaba que se regresara y que me abrazara diciéndome un “hola te extrañe” pero no, sus palabras fueron demasiado bruscas, casi desgarradoras.
-¿y? ¡¿Por qué te quedas ahí parada?! ¡Yo no sé dónde está el baño!
Asustada por su actitud y su cara de hipocresía, me apresuré a mostrarle el baño.
Me senté a esperarlo en la sala, negándome a que esto estuviera pasando, Andres no era así, él era mi príncipe azul, no podía ser real que el monstro que entro a mi baño fuese Andres. Una lágrima recorrió mi mejilla con lentitud.
Mr. Hyde- me negaba rotundamente a que ese fuera Andres- salió del baño con una mejor cara.
Me pare inmediatamente para descubrir por que actuaba de esa manera y justo cuando me acerque a él, me abrazó como si no me hubiera visto en años y me pidió perdón.
No sabía que decir, estaba muy confundida!... tampoco sabía cómo reaccionar ante su cambio de humor tan repentino, solo sabía que esto no estaba bien.
-Hola- dije por primera vez desde que llego.
-¿Qué tienes cielo?- preguntó como si nada
-No sé, supongo que estoy cansada…
-Bueno… si eso es mejor dejo que descanse mi princesa- dijo con una expresión dulce- buenas noches.
Se dirigió a la puerta lentamente, seguro también estaba pensando en porque yo no hablaba. Cerró la puerta.
Me di cuenta de que, pasara lo que pasara, lo seguía amando, y no podía dejar que se fuera así nada más.
Corrí hacia la calle desesperada por sus besos, por sus caricias, necesitaba saber que él me quería y que nuestro amor sería capaz de sobrevivir a todo.
Mi mirada lo alcanzó rápidamente, el problema eran mis pies, no se movían a la velocidad que requería, estaba a media cuadra, aún lo podía alcanzar, lo tenía que alcanzar.
El único sonido que se escuchaba eran mis pisadas que retumbaban fuertemente con el piso, por suerte Andres fue capaz de escucharlas y volverse hacia mí en el momento exacto en que me lanzaba contra él, refugiándome así en sus brazos.
Llore desconsoladamente, no dijo ni una sola palabra, pero yo tenía una urgencia aún mayor. Alcé la cara, mire sus intensos ojos y bese apasionadamente sus labios.

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