viernes, 19 de febrero de 2010

28. Problemas, soluciones y diferencias

-Bueno… y que piensas?- concluí con esas dos palabras mi plan “macabro”
-bueno… no suena tan mal, hasta creíble me atrevo a confesar
-genial!!, aunque espero que no se vea sacado de una telenovela
-¡¿lo sacaste de una telenovela?!- preguntó incrédula Hallie, ¿a caso me creía capaz de hacer eso?
-¡No! Obvio que no niña, no soy tan tonta, pero ¿a poco no sería un buen melodrama?
-sin duda alguna- contestó entre risas mi pequeña amiga.
La idea era la siguiente: yo pondría como pretexto a mi pequeña hermana Alyssa para poder mudarme, le diría a Aaron que me había encariñado mucho con ella y que quería pasar algún tiempo por allá, además de que un poco de sol no me haría daño. Le veía esperanzas al plan porque, en realidad, yo si sería capaz de hacer eso, estaría dispuesta a pasar una larga temporada en esa ciudad pequeña, acogedora y soleada para estar cerca de ese pequeño monstruito lleno de risas y alegría. Era gratificante estar allá, así como dicen mis amigos de la infancia Timón y Pumba: sin preocupaciones.
Sabía que sería difícil decirle a mi padre que prefería estar con Meg y con Aly que con él pero esperaba que lograra comprenderlo y dejarme pasar aunque sea, un semestre allá; y por Meg e Ian no habría mucho problema, a mamá le encantaba que la fuera a visitar porque distraía a la niña y la ayudaba en diversas cosas; así que solo quedaba un ligero problema: Andres. Iba a tener que enfrentarlo de una u otra manera, teníamos que reconciliarnos para así poder empezar de nuevo con una “nueva vida”… pero… ¿Cómo explicarle mi cobardía? ¿Cómo decirle que no soporté verme en esa situación y decidí huir? Lo mejor sería hablarle mañana, o tal vez pasado, una vez que ya se hubiese tranquilizado para poder hablar serenamente con él y decirle, de una vez por todas, lo que planeaba desde hace tanto tiempo; reaccionaría rápido, exigiendo una razón concreta del por qué ocultarlo, es estaba casi seguro, y sería sincera con mi respuesta, le diría la verdad “sabía que te opondrías amor” ese sería mi diálogo y que finalmente todo se pondría en el lugar en el que debería de estar; los dos juntos en donde quiera que eso fuera, queriéndonos hasta la infinidad.
Aunque debía de ser franca con migo misma y admitir que extrañaría los pequeños detalles que hacían a la Ciudad de México tan distintiva, como el ajetreo cotidiano, el sorprenderte cuando el cielo se alegraba un poco y dejaba su tono habitual gris para convertirse en un ligero azul grisáceo, los inmensos centros comerciales, y la oportunidad que cada puente te ofrecía para pasearte por él centro de la ciudad aprovechando que la mayoría de los habitantes se iban a visitar familiares o simplemente a disfrutar su prolongado fin de semana y dejaban despejadas carreteras y avenidas para que no te tardaras tanto en llegar a tu destino, aunque claro, era un poco estresante vivir aquí.
Para cada persona existen sus gustos y después de pasar unos cuantos días en Querétaro comprendí los gustos de mi madre, era difícil no enamorarse de aquella ciudad, todo tan verde y soleado que sentías que era otro mundo, el aire tan puro y sobre todo la tranquilidad que el lugar emanaba, las personas se notaban más alegres o al menos no tan afectadas por el estrés e incluso podías ver a niños jugando en la calle con la seguridad de que no les pasaría nada, era un lindo lugar para vivir, algo que de seguro le habría fascinado a Megan y por eso, supuse yo, había dejado su vida llena de lujos como una empresaria importante para tomarse la vida más despacio.Desafortunadamente no podía detenerme tanto tiempo pensado en la diferencia de esas dos ciudades que me agradaban tanto, no, definitivamente no tenía tiempo, ahora en lo que debía concentrar mi atención era en cómo decirle a Aaron mi decisión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario